Sus quiero, con reservas
>> 29 mayo 2011
Domingo, 12:48 de la mañana. Llevo horas tecleando frenéticamente como si me fuera la vida en ello -como una media hora- y aún no sé contra qué voy a arremeter esta vez, a quién colocarle la diana de mis injurias, quejas y malestar general. ¿Me estaré ablandando? ¿Se me estará apagando la llama del cinismo? Matadme si llega ese momento.
Decido mirar los horarios de tren de vuelta a Barcelona con la esperanza de que esta maniobra despiste mis neuronas y se rompa el bloqueo creativo. Viendo las horas, tan sólo puedo coger un Media Distancia. Horror. Eso se traduce en ir de pie todo el trayecto. El domingo es el día en que todos los universitarios naturales de Girona vuelven a la Ciudad Condal con las maletas llenas de tuppers y ropa limpia. Por no hablar de la figura de las abuelas, que siempre están allí, dispuestas a ser las primeras en todo. Entre sus hobbies figura el lanzarse con una fuerza sobre humana sobre el primer asiento libre que ven. Creo que ya he encontrado tema.
Abuelas, todas ellas cortadas por el mismo patrón, con sus faldas-faja de abuelas, con sus cardados de abuela, con sus -grandes- tetas de abuelas, con esa ausencia de tobillos y la retahíla de refranes preparados para salir en el momento más inesperado. Tan entrañables y necesarias, con sus potajes del pueblo y sus maratones interminables de Sálvame Deluxe. Pero no es todo cándido y dulce en ellas. Las abuelas, seguramente atemorizadas por el sentimiento de una muerte súbita, quieren llegar las primeras a todos los lados. Estoy cansado que cada semana se me cruce alguna justo antes de subir al tren. Ante la bucólica escena de estudiante universitario -como el que yo soy-, cargado una maleta que pesa más que yo, una mochila atestada de comida sobre los hombros, los cascos y la chaqueta en mano; se abren paso impunemente a base de codazos y, con esa agilidad de gacela que les caracteriza, suben las primeras. Pero lo mejor es cuando se junta una manda de abuelas para subir al autobús. Entre resoplidos, gruñidos y avemarías, pierden la compostura y los rulos por el camino para hacerse con el primer puesto en el podio. En esos momentos la amistad y la educación son conceptos obsoletos para ellas, bienvenidos a la ciudad sin ley.
Yo soy fan de todas ellas, abuelas de España, os merecéis todo mi respeto, pero por favor, dejadme subir al tren primero.
Álvaro feat. Lord Byron
Álvaro feat. Lord Byron
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