Pucherazo literario

>> 22 mayo 2011

Me he levantado esta mañana con la cara hinchada como un neumático y me he dicho a mí mismo "qué mal te ha sentado el día de reflexión con tanto #nolesvotes, #spanishrevolution y #acampadaaquíyacampadaallá". Dándole vueltas al asunto, a la misma vez que ahogaba los Krispies en leche, me he puesto a pensar en política y en la corrupción. (Aceptamos esta idea como metonimia?) He llegado a la conclusión que, muy a mi pesar, no sé si con la revolución que se está gestando conseguiremos derrocar el bipartidismo. ¿Por qué? Porque la espiral que legitima a los poderosos lleva mucho tiempo funcionando, en todos los sentidos. También con los poetas. No, no me he vuelto loco. Os voy a contar los chanchullos que tienen los escritores para legitimar su originalidad, gracia y bizarría.

Hablemos de escansión o lo que es lo mismo, contar las sílabas o ritmos de los versos. Lo que muy eufemísticamente han llamado "licencias métricas/poéticas" no son más que soluciones facilonas a para autores poco resueltos. Empecemos con la sinalefa, la más plausible de todas. Consiste en unir dos vocales pertenecientes a sílabas distintas que se pronuncian en un mismo golpe de voz. "A-mor,-no-te-lla-mea-mor" En este verso que nos trae Lope de Vega, es lógico pensar como la última sílaba de llame se una a la primera de amor, ya que se recitan seguidas. 

Sin embargo, a veces esta convención se rompe, con lo que creamos un hiato y, de este modo, obtenemos una sílaba más. A esto le llamamos dialefa. Otra solución para sumar una sílaba más es la diéresis -o crema-, mediante la cual pronunciamos en dos sílabas las vocales de un diptongo: la- del- que- hu- ye-del-mun-da-nal-ru-ï- do. Como negativo a la diéresis, encontramos la sinéresis, que consiste en pronunciar en una sola sílaba las vocales que formaban un hiato: Cae-la nie-veen-re-mo-li-no. De este modo, descontamos una sílaba, además de la que perdemos con la sinalefa. Estas son las más conocidas, aún así, la especulación métrica no acaba ahí. No contentos con modificar la naturaleza de las sílabas,  con viles artimañas añadimos y suprimimos sílabas a nuestro placer. Así cuando hablamos de eliminar, podemos encontrarnos con aféresis, síncopas, apócopes, dependiendo si es al comienzo, en el centro o al final de una palabra. Mientras que hablamos de prótesis, epéntesis y paragoges cuando añadimos una sílaba al comienzo, en el centro o al final, respectivamente. También cabe decir, que éstas últimas son casi inexistentes en la poesía de nuestros días, mucho más libre de los convencionalismo y amiga de los versos libres o blancos.

Sin embargo, estas licencias al lado del "deus ex machina" son pequeñas argucias, juegos de niños. Algunos preguntaréis, ¿qué es eso del Deus ex machina? Pues es un invento griego, consistía en una grúa (machina) que introducía una deidad (deus) proveniente de fuera del escenario para resolver el conflicto de una obra. 
Lo que nosotros llamamos una patillada o "me lo he sacado de la manga". Lo curioso es que desde los griegos y los romanos se ha ido utilizando esta artimaña en películas y libros para terminar la historia  de forma abrupta cuando no se encuentra una mejor explicación para que sea un final feliz. ¿Alguien recuerda la película Funny Games, el momento del mando a distancia? Eso es un Deus ex machina en toda regla o como diríamos nosotros "¿qué-mierda-ha-sido-eso?"


Álvaro J (Lord Byron)

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