Sonríe, es gratis. Sonríe, te pagan por ello.
>> 12 junio 2011
Entre la ingente cantidad de anuncios que aturullan mi mente y me aplastan con su alud comercial, me he quedado prendado de uno de ellos. ¿Qué marca es? Ni me preguntéis. ¿De qué producto se trata? No lo sé, un dentífrico o un elixir bucal. Solo atino a recordar la cara de los tres sujetos –dos hombres y una mujer- que sonreían de tal manera que parecía que la vida les fuera en ello. ¿Y qué estaban haciendo? Me preguntaréis. Pues afeitarse los dientes, aplicarse una mascarilla facial y lavándose el pelo, respectivamente. Y los tres lucían una fantastiquísisisima sonrisa.
Estoy harto de ver como mujeres se depilan con un placer que su marido jamás podrá proporcionarle, hombres que muestran sus dientes sonrientes con amable gesto mientras arden sus abdominales con el nuevo Abdominator Plus 3000, familias enteras que lo mismo están en el supermercado que en Portaventura. Sin embargo, de todas ellas, me quedo con las mujeres que se tronchan y se mondan comiendo ensalada o las nuevas galletas altas en fibra, ¡son tan endiabladamente divertas! Es que no pueden parar de reír, cualquiera pensaría que más que hortalizas y fibra toman otro tipo de hierba. Tengo la teoría que estos personajes tan atractivos deben padecer algun tipo de discapacidad motora que les impide dejar de sonreír, si no no me lo explico.
La sociedad del espectáculo, el opio del pueblo. Se me ocurren mil y una consignas famosísimas para hablar de todos ellos. Yo abogo por la realidad, los consumidores son tontos, pero no tanto.
Y para acabar, una parodia de lo que os hablo, el mensaje vendría a ser algo así como “Ensalada, qué jodidamente divertida eres.”
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